Roxanna, Roxanna, Roxanna, ¿cómo definirla? Primeramente, debemos dejar claro que la joven muchacha tiene un temperamento bastante singular. Y, comparándola con su gemela, Giovanna, son totalmente diferentes. Son como el día y la noche. El bien y el mal. Claramente, Roxanna es el mal.Es malcríada y llevada de su parecer, acostumbrada toda una vida a que se hiciese su voluntad. Mandona, y si las cosas no salen como ella quiere, se enoja, aunque a veces parezca que su estado natural es estar de mal humor. Es la viva imagen de que las apariencias engañan, y es que nuestra hermosa Roxanna no es precisamente un ángel caído del cielo, no, mejor dicho, parece salida del mismísimo Averno. Es el diablo encarnado, y otras veces es dócil. Es camaleónica, y se acomoda siempre a la situación según le convenga. Parece no tener corazón y actúa según le de la bendita gana, no atiende normas y es sin duda altanera, hace lo que quiere y no la vas a detener, ¿entiendes? Su palabra es la ley, aquí y a donde quiera que vaya.

Tiene la apariencia de tener una roca por corazón, y quizá así sea en cierto modo, aunque la realidad es que Roxanna es sólo una víctima de las circunstancias, una chica a ala que le arrancaron todo y le dejaron el corazón hecho trizas. Vengativa, y si tienes las agallas de metérte con ella, seguramente no salgas muy bien parado. Es terca, muy terca, y cuando algo se le mete entre ceja y ceja, no descanza hasta conseguirlo. ¿Ya he mecionado que es egoísta? Porque lo es, y mucho. No le gusta que se metan con sus cosas -que, por cierto, ella toma propiedad de todo y todos como si estuviera en su casa- y es bastante recelosa con su hermana Giovanna, quien es demasiado buenaza, según ella. Protege a su hermana con uñas y dientes, será mejor que no te acerques a ella, o saldrás muy, muy lastimado.

Roxanna, en el fondo, muy en el fondo, es buena, igual o más que su hermana. En realidad ella no tiene malas intenciones, y sólo quiere que se haga justicia. Como quien dice, ojo por ojo, diente por diente. Tiene una memoria ejemplar, y es mejor que no te metas con ella.

Las gemelas Giovanna y Roxanna nacieron en lo que hoy se conoce como Dinamarca hace más de de ciento cincuenta años. Fueron las únicas hijas del matrimonio de Lydia y Jozef, dos jóvenes campesinos húmildes que sólo querían formar una familia. Nunca tuvieron buena educación, y lo poco que aprendieron se los enseñó su abuela, o nana, como solían llamarla, su nombre era Cyril. Vivieron toda su vida como mortales en una modesta casita cerca al reino, donde, por cierto, vivía cierto jóven que será parte fundamental de esta historia más tarde. Desde siempre, Roxanna fue algo -bueno, muy- rebelde, y de las dos, era la que más terminaba castigada, y fue en uno de esos castigos en el que le conoció a él. Roxanna había sido enviada por su madre al pozo en medio del bosque por un poco de agua, donde conoció al misterioso Tobías.

Tobías tenia el cabello rubio y la piel más clara que alguna vez hubiera visto, y una belleza sin duda deslumbrante. Siempre se mantenía bajo la sombra de los árboles y las pocas veces que rozó su piel, era tan fría como la nieve en invierno. Era hermoso, y cayó en sus redes sin que él tuviera que hacer mayor cosa. Un día de verano se lo presentó a su hermana, Giovanna, quien accedió luego de muchos ruegos a la petición de su gemela y los tres se reunieron, otra vez, junto al pozo. Esta vez Tobías estaba raro, y sus ojos eran demasiado oscuros. No era el Tobías que Roxanna conocía, o creía conocer. Lo último que recuerda es a Tobías acercándose a ella, y la mirada de terror que le dirigió su hermana. Luego, todo se volvió oscuro.

Ambas hermanas despertaron, pero ya no estaban junto al pozo, estaban en un callejón de alguna ciudad que jurarían nunca antes visitado. Estaban perdidas, asustadas y cambiadas. Podian ver cosas que antes no veían, podían movérse más rápido y no se cansaban con tanta frecuencia; pero el olor de las demás personas... se les antojaba. ¡Quería comer a otro ser humano!, Roxanna estaba aterrada, y junto con su hermana vagaron algún tiempo por gran parte de Europa, hasta que se embarcaron en un barco que las trajo hasta Norte América. Allí comenzaron a controlar su sed, aunque Giovanna se decidió finalmente por una dieta vegetariana, y Roxanna, bueno, digamos que algunos tuvieron la desgracia de toparse con ella.

Hace poco llegaron a Forks, un pueblito olvidado por Dios en algún rincón de Washintong, donde casi nunca sale el sol -algo bueno para ambas, claro está-. Giovanna se ha dedicado a "domesticar" a Roxanna, mientras que esta no está muy dispuesta a dejarse educar por su gemela tres minutos menor.