Carlo es un vampiro muy particular, marcado por el contraste de su personalidad, ya que todo depende del medio y de las personas con las que se encuentre, debido a esa hipocresía es muy difícil atribuirle una personalidad específica. Sin embargo, la mayoría del tiempo se encuentra callado, con una mirada que transmite un aire frío y aterrador.
Un verdadero caballero con las damas, apasionado por la lectura y el conocimiento, siempre sabe cuando decir las cosas.
Jovial, efusivo y extrovertido cuando debe serlo; Pero taciturno, nostálgico y reservado cuando se encuentra en la calidez de su hogar.
Es desconfiado y piensa que los "amigos" son ilusiones de la sociedad y es muy apegado a valores como el respeto y el honor, se muestra irreverente y rebelde ante las monarquías y los gobiernos auto impuestos (A los Vulturis en particular).
Aun no ha conocido a algún ser que le haya llamado la atención sentimental ni fraterna, por lo que es reacio al amor y a los "Amigos".
Cree que la única función de los humanos es servirle de alimento, un devorador por excelencia aunque se mezcla con grupos de humanos a la perfección. Odia a los licántropos y cree fervientemente que los vampiros son seres perfectos.

El vaticano, Italia. 15 de abril de 1471; En una pequeña casa al norte del estado más poderoso del mundo, los gemidos de una madre reemplazan la tranquilidad de esa cálida noche; Gemidos que son sustituidos por el incesante llanto de un bebe que acaba de nacer.
Sólo la madre conoce el nombre del progenitor de la criatura, pero no lo da a conocer pues cree e intenta sacar adelante a su hijo sola. La mujer es de baja clase social, por lo que no puede darle muchas cosas a Carlo, pasando incluso por días en los que ni alimento tienen.
Han pasado 10 años y su madre no puede darle estudio, a Carlo no le importa pues así es feliz pero lo que no entiende es que ya va por malos pasos... Carlo empieza a tener fama de ladrón, una fama que sin lugar a duda es bien ganada y aunque los habitantes del vaticano se preocupan por la seguridad de sus vienes, quedan sorprendidos ante la agilidad, la velocidad y la capacidad de camuflaje.
1942: Rodrigo de Borja, cardenal español es nombrado sumo pontífice y toma el nombre de Alejandro VI. Un hecho al que Carlo no le presta mucha importancia, al contrario de su madre que queda muy sorprendida al escuchar el nombre de pila del nuevo papa.
El 15 de febrero de 1493, Carlo es llamado a la sede del santo padre para una audiencia con el mismo, allí, el papa le da el apellido Borgia y lo acepta como su hijo aunque para el resto del mundo sería como el hijo de un hermano perdido del papa.
Desde ese instante, su vida cambia radicalmente pues es enviado a las mejores escuelas de Italia. Teniendo problemas de autoridad, académicamente es excelente, aprende a velocidades impresionantes, sorprende tanto a profesores como a familiares.
No se aparta de la práctica física pues es amigo de la caza en el bosque, teniendo una pequeña lanza y un cuchillo de combate como sus únicas armas, ésta pequeña afición, sería la que le produciría su último cambio de vida...
Es un día como cualquier otro, Carlo ha salido a cazar a un pequeño bosque situado en un rústico lugar de italia, Volterra. Allí el siente que lo observan pero ignora esos presentimientos porque se encuentra muy ocupado buscando una presa apta para luchar. Todo pasa muy rápido, de un momento a otro, Carlo siente que algo le penetra al cuello, como unos pequeños alfileres, cae inconsciente... No sabe exactamente cuando tiempo pasó después, sólo recuerda el ardor y la agonía de ese terrible momento.
Despertó en una enorme sala, ante la presencia de seres que nunca había visto, parecían seres humanos pero sin duda no lo eran, eran demasiado hermosos, demasiado agraciados... Simplemente perfectos.
Aro, Cayo, Marco, Jane y Alec. Nombres, formas y olores que nunca olvidaría; Nunca preguntó cómo terminó allí, pues nunca tuvo tiempo porque en esa "familia" lo tenían muy ocupado controlando los nuevos problemas de ésta nueva vida. Estuvo con ellos alrededor de 50 años, pero no podía permanecer en un lugar donde no compartía la misma ideología que los demás.
Se marchó del clan, muy agradecido pero sin reconocerlos como la máxima autoridad en el mundo de los vampiros, desde ese instante, vaga por el mundo con el viento como único guía.